- La pérdida por suicidio afecta a muchos adolescentes e incrementa su riesgo de suicidio: 1 de cada 5 adolescentes conoce a alguien que murió por suicidio y aquellos que ya enfrentan dificultades de salud mental son especialmente vulnerables.
- El dolor después de perder a alguien por un suicidio puede ser intenso, complicado y duradero; puede volver a aparecer con el tiempo.
- Los adultos pueden ayudar ofreciendo espacio para emociones intensas y enfocándose en la esperanza. Recuérdales que el suicidio nunca es su culpa.
- Ayudarle a ver la salud mental de manera positiva con tu ejemplo y conectar con otros que hayan vivido una pérdida por suicidio puede reducir el estigma y ayudar a los adolescentes a sentirse menos solos. Buscar ayuda profesional puede brindar un apoyo adicional.
Mejorar la resiliencia para reducir el riesgo de suicidio
Resumen Del Artículo
- La resiliencia ayuda a los niños a navegar de forma segura y efectiva las emociones difíciles o una crisis.
- Existen maneras en que puedes apoyar la resiliencia de tu hijo fomentando los factores de protección.
- Aprende a reconocer las señales de advertencia de una crisis y a dónde acudir si necesitas ayuda.
Puede ser aterrador cuando un niño expresa pensamientos suicidas o está lidiando con problemas de salud mental.
Puede que te preocupe decir algo incorrecto o no saber cómo ayudar, pero existen maneras en las que puedes apoyar a un niño y acompañarlo en una crisis emocional.
Una estrategia respaldada por educadores y profesionales de la salud mental es aumentar la “resiliencia” de un niño.
La resiliencia es la capacidad de afrontar y seguir adelante frente a una crisis. Es la forma en que enfrentamos los retos cuando las circunstancias de la vida se vuelven difíciles. Durante mucho tiempo se pensó que la resiliencia era un rasgo con el que los niños nacían, pero ahora sabemos que la resiliencia en los niños puede enseñarse y desarrollarse.
Resiliencia:
La capacidad de afrontar y seguir adelante frente a una crisis. En otras palabras, es la capacidad de enfrentar los retos cuando las circunstancias de la vida son muy difíciles.
Durante una crisis, un joven que experimenta pensamientos suicidas puede aprender a manejar esos pensamientos dolorosos apoyándose en factores de protección. Los factores de protección son características de la personalidad o del entorno que pueden reducir el riesgo de una conducta suicida.
Factores de protección
- Habilidades de afrontamiento. Conversa con tu hijo sobre qué son y cómo pueden usarlas para mantenerse tranquilos y con control de sus emociones. Ayúdalos a relacionar una emoción incómoda (tristeza, enojo, miedo) con realizar una actividad divertida o relajante que les cambie el ánimo. Tú también puedes dar el ejemplo usando estas habilidades. Por ejemplo: “Me siento frustrado en este momento, así que voy a respirar profundo y acariciar al perro para sentirme mejor.”
- Autoestima. Trabaja con tu hijo para fortalecer su seguridad en sí mismo. Anímalo a tomar roles de liderazgo en casa o en la escuela. Puedes darle tareas que lo hagan sentirse capaz y orgulloso. Habla con él sobre lo que lo hace sentirse valioso o lo que más le gusta de sí mismo. Dar ejemplo también es importante para la autoestima: si hablas de ti mismo de manera positiva, tu hijo tendrá más probabilidades de reconocer y valorar también sus propios aspectos positivos.
- Apoyo y conexión. Contar con personas a quienes acudir en momentos difíciles es fundamental para afrontar el estrés. Esto puede verse distinto en cada persona e incluir a familiares cercanos o lejanos, amigos o grupos espirituales/religiosos. Si tu hijo tiene pocas relaciones cercanas, ayúdalo a ampliar su red: organiza encuentros con amigos potenciales, inscríbelo en actividades extracurriculares o en línea, fomenta su participación en grupos comunitarios e incrementa los espacios de interacción familiar.
- Conexión escolar. Los niños pasan gran parte del año escolar interactuando con maestros, compañeros y otros miembros del personal escolar. Esto significa que la escuela puede tener una gran influencia en su estado de ánimo y salud mental. Lo ideal es que un niño tenga una experiencia positiva en la escuela y se sienta conectado y respetado. Si este no es el caso de tu hijo, considera acercarte a la escuela para buscar apoyo y abogar por sus necesidades. El personal escolar puede ser un gran aliado para mejorar los resultados de tu hijo en lo académico, lo social y lo emocional.
- Cuidado de salud mental. A veces los problemas de estado de ánimo o de conducta son graves o duraderos, y dificultan que un niño pueda afrontar distintos retos. El apoyo de la salud mental de profesionales acreditados puede marcar una gran diferencia en el futuro de un niño que experimenta pensamientos suicidas, depresión u otras dificultades de salud mental. Cada niño puede tener necesidades diferentes, que pueden incluir terapia, medicamentos, una combinación de estrategias u otros enfoques efectivos. Si tienes inquietudes, asegúrate de hablar con el pediatra de tu hijo o contactar a una agencia de salud mental para iniciar servicios. Recuerda que también brindas apoyo terapéutico cada vez que tú u otro adulto de confianza se toman el tiempo de escuchar a tu hijo con empatía.
- Limitar el acceso a armas, medicamentos y otros medios letales. Si tu hijo está teniendo pensamientos suicidas o sospechas que podría tenerlos, retirar su acceso a métodos letales puede ser una intervención que salve vidas. Las investigaciones sugieren que los niños son más impulsivos que los adultos y pueden pasar rápidamente de pensar en el suicidio a intentar llevarlo a cabo; por eso, el almacenamiento seguro es una parte fundamental de la prevención del suicidio. Es esencial considerar cómo tu familia guarda armas de fuego, medicamentos, productos químicos, objetos punzocortantes y cualquier otro elemento que tu hijo pudiera usar para hacerse daño.
- Hablar con los niños sobre el suicidio. Preguntar directamente sobre pensamientos suicidas y medios para hacerse daño es la forma más efectiva de determinar el nivel de riesgo. No tengas miedo de preguntar a tu hijo: “¿Has pensado en quitarte la vida? ¿Qué has pensado usar para hacerte daño?” Estas preguntas no pondrán la idea en su mente.
Estos factores de protección son de las formas más efectivas para reducir el riesgo de suicidio en tu hijo. También puedes trabajar con él para que identifique sus propias señales de alerta y animarlo a usar sus factores de protección y habilidades de afrontamiento cuando esas señales aparezcan. Hazle saber que no está solo y que enfrentarán esto juntos. Habla de estas preocupaciones con su proveedor de salud y si lo necesitas, recuerda que también puedes apoyarte en las líneas de crisis disponibles las 24 horas.
Si tú o tu hijo necesitan ayuda por tener pensamientos suicidas, llama, envía un mensaje de texto o chatea con la Línea de Prevención del Suicidio y Crisis al 988, o envía la palabra “AYUDA” al 741-741 al Crisis Text Line. Si existe un riesgo inmediato o es una emergencia, llama al 911 o acude a la sala de emergencias más cercana.